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viernes, 16 de octubre de 2015

Mi primer embarazo, amniocentesis resultado.

Después de esa mierda de embarazo llegó el momento de realizarme la amniocentesis.
Tengo un miedo atroz a las agujas y pinchazos, tengo que admitirlo, e inocente de mi solo pensaba en que una de ellas atravesaría mi barriguita.
No dormí aquella noche, como de costumbre, desarrollé mi insomnio al máximo nivel aunque ya lo arrastraba desde pequeña.
Recuerdo aquella mañana muy fría, esperamos el turno fuera de consulta, al llamarme  y entrar me indicaron que me podía subir a la camilla y levantarme la ropa.
Hubo una conversación con el chico que me sacó el liquido que no olvidaré jamás, me intentó relajar y le dije que tenía miedo a las agujas y me dijo que eso como iba a ser, si tenía tatuajes!?
Es una frase que se ha estado repitiendo a lo largo de mi vida y siempre me recuerda a aquel momento.
No se por qué, pero yo estaba súper tranquila por los resultados, estaba tan segura que tenía dentro una niña...tranquila o no, era una mezcla de lo que dictaba el corazón y gritaba la razón.
El pinchazo no dolió nada, me dijo que no me moviera para no pinchar al bebé y sacó el liquido rápidamente.
Me pidió permiso para quedarse en Sevilla una muestra para analizarlo ellos, ya que eso se mandaba a Barcelona y no tenían opción de hacerlo allí.
Acepté, ya que tendría 2 opiniones de 2 laboratorios diferentes.
Me montaron en una silla de ruedas y de ahí al taxi, a casa y reposo.
Aquello fue un miércoles, si era una niña, me llamaban el viernes para que no sufriera en vano, si no, tenía que esperar 1 semana completa.
Imagina aquel viernes... no sonó el teléfono.
Cada hora, minuto, segundo me abatía cada vez más la tristeza, aunque me repetía a mi misma que podría ser un niño sano o es que se les hizo tarde y llamarían el lunes a primera hora.
Ese fin de semana fue el primero que me pasé en el sofá sin querer levantarme.
Ironías de la vida, justo ahí fue cuando mi cuerpo dejo de rechazar la comida, dejé de vomitar para empezar a no tener hambre.
Pasó el lunes... el martes... y llegó el miércoles y sonó el teléfono, le dieron la noticia a mi madre y ella pidió que me la dieran a mi porque no la iba a creer.
-Hola Mª Carmen? Soy la doctora Pérez, mira que es un varoncito hemofílico, que tienes hasta mañana para que te de la cita para la intervención...
Le dije que sí, cogí el teléfono y llamé a mi novio que estaba en clase, vino corriendo a casa a llorar conmigo. Aquella  noche me la pasé abrazada a mi barriguita y escuchando la canción de Alejandro Sanz..."Que no te daría yo."
...Que no te daría yo, que fui capaz de amarte, después de destrozarme, ya me ves... Ahora entiendes el por qué... de locura hasta enfermé, mi pregunta se ha rendido, pasan los años, niña, y aun te estoy diciendo en mi canción,...que no te daría yo...
No lo iba a contar, pero aquella noche le hicimos una promesa, de esas que se sellan con el corazón, me fui a la ventana del balcón y al igual que como lo hablé con su padre, le dije flojito:
-Mamá no puede tenerte ahora, tienes una enfermedad que solo sabe cuidar el abuelo y te mando con él, te prometo que nada más que sepa como curártela te traigo de vuelta conmigo.

Lo demás es una nube que no tengo muy clara.

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